QUERIDOS REYES MAGOS...




























Queridos Reyes Magos.

Seguramente a la llegada de ésta carta ya se encuentren los tres descansando en sus aposentos tras un largo viaje alrededor de todo el mundo repartiendo ilusión y regalos a casi todos los niños de la tierra.

El motivo de mi carta hacia Vds. no es otro que el agradecerles que, por primera vez, me han hecho el regalo que ansiaba y esperaba en éstas navidades.
Digo por primera vez ya que no soy persona de pedir regalos ni esperar a recibirlos porque mi forma de ser es tan “sosa” que hasta entonces me parecían cosas de chiquillos debido a la ilusión con la que afrontan esas fechas en las que les hacen tanto trabajar.

Y como he nombrado a la “Señora Ilusión” confieso que pocas cosas me han ilusionado tanto en la vida como el nacimiento y el desarrollo de un crío. En éste verano tuvo lugar el nacimiento de otro de los niños que les escribirá cartas llegadas las navidades para pedirles seguramente algún juguete, instrumento o aparato electrónico que Vds. le traerán correspondiendo así su dedicación a hacer felices a estos “renacuajos”

Como dije antes, yo no soy de pedir regalos y menos de esperarlos pero el día 31 de Diciembre les envié una carta desesperada pidiendo que me regalaran a cualquier precio y a cambio de cualquier cosa la continuidad y el consecuente milagro de la vida para mi “renacuajo” al cual había que hacer unos “ajustes” en el pequeño mecanismo de relojería de su corazoncito.

Y entonces ocurrió…

Vuestro regalo lo recibí justo al mes siguiente de pedirlo sin envoltorio y sin cinta roja a su alrededor. La caja en la que venía tenía forma de hombre con bata blanca y blandía una extraña sonrisa en su rostro que calmó los nervios de todos los que estaban esperando el mismo regalo que yo. Sus palabras eran recibidas como quien lleva años sin beber y de repente te ofrecen agua servida en un vaso lo suficientemente grande como para saber de antemano que va a saciar por completo tu sed. Al igual de Vds. el regalo se limitó a cumplir su objetivo y esperar solamente por mi parte un fuerte y sentido apretón de manos ya que era de la única forma que podía expresarme…
El final del envoltorio lo formaban lazos rosas y pegatinas de “felices fiestas” en forma de mujeres incansables que se dedican a pulir y sacar brillo a mi reciente regalo para que su resplandor llene nuestros corazones de alegría.

No me costó ni un solo euro. Y seguramente a vosotros tampoco. En ningún momento aprecié una muestra de cansancio, ni un suspiro monótono, ni un contrato por medio con compromiso de permanencia, ni hubo que esperar largas colas en ningún centro comercial.
Los fabricantes de mi regalo fueron personas desinteresadas que empiezan a trabajar antes que nadie y acaban después de nadie. Los fabricantes de mi regalo desean igual que lo hemos deseado todos lo que puede desear cualquier fabricante de regalos, que llegue a su destino y cumpla la función a la que están predestinados que no es otra, por muy simple que parezca, que la de ver aparecer una amplia sonrisa en la cara junto con esa expresión de felicidad que nos aparece en el rostro cuando han acertado de pleno con tu regalo.

Queridos reyes magos gracias por devolver la ilusión a éste niño de 30 años…